Las redes sociales son adictivas, como cualquier droga, nos están haciendo más daño que benficiandonos.
Janet Street-Porter - @The_Real_JSP
¿Facebook y Twitter nos hacen más felices? La respuesta parece ser: no. Una encuesta reciente reveló que una de cada cinco personas dice que se siente deprimida a raiz del uso de las redes sociales. Eso podría ser sorprendente para la generación de menos de 30 años; los medios de comunicación social son parte de su ADN y adolescentes están perdiendo cada vez más rápido la capacidad de comunicarse si no es con sus teléfonos inteligentes. Pero el estrés generado por el control constante de nuestros estados y documentar sin cesar todos los aspectos de nuestras vidas a través de redes como Facebook, Instagram y Snapchat ya está pasando factura.
Los recursos humanos afirman que muchos de los que abandonan la escuela no están preparados para el mundo laboral, un mundo en el que tendrán que interactuar con personas fuera de su circulo conocido y hablar (de verdad) cara a cara con personas totalmente desconocidas.
Mientras tanto, se han realizado innumerables estudios académicos desde 2015 sobre los impactos negativos de las redes sociales, lo que demuestra que su uso regular conduce a sentimientos de ansiedad, aislamiento y baja autoestima, por no hablar de la falta de sueño. Utilizamos estos escaparates para presentar una imagen falsa de nuestras vidas a la comunidad online; con selfies favorecedores e imágenes de glamorosas de vacaciones, fiestas y comidas. Es como si estuviesemos protagonizando una vida de pelicula que nos gustaría llevar, y no la monotona vida que realmente llevamos. Un número decepcionante de click en compartir o 'me gusta' puede conducir a sentimientos debilitantes de inadecuación.
Publicamos fragmentos íntimos de nuestras vidas a personas totalmente desconocidas, creyendo falsamente que un "amigo" en línea es un verdadero amigo cuya opinión nos importa. En cuanto a Twitter, es un vehículo para gritar, nada más y nada menos. Mejor no leer los tweets si estas especialmente delicado o vulnerable.
Recientemente, me he atrevido a escribir que al ciclismo se le estaba dando prioridad sobre los peatones en Londres. Los ciclistas, al igual que los nacionalistas escoceses, son los matones de la nueva era. Inmediatamente, mis palabras fueron distorsionadas, y se amplificadas a través de Twitter. Se me acusó de crímenes de odio contra el ciclismo, aunque cuidadosamente dije que realmente disfruto montar en bici. He recibido 1.000 mensajes malevolos y abusivos - y los que quedan por llegar.
Twitter tiene un efecto en la disposición de cada cual; aumentar la ira y malestar. Muchas de las mujeres que conozco salieron de Twitter debido al abuso constante que le espera cada vez que coge su teléfono o inicia sesión en su ordenador.
La última moda entre los hipsters es tener un hogar "libre de lo digital". Esto podría ser un buen movimiento. Arianna Huffington acaba de escribir un libro (La revolución del sueño) citando a los expertos que dicen que no debería haber pantallas en el dormitorio y que no debemos utilizar los medios de comunicación social a la hora antes de apagar las luces.
¿Cuántas veces leemos un mensaje en nuestros teléfonos y luego pasamos horas alterados? Los medios sociales nunca cierran: alguien, en algún lugar, está publicando imágenes, comentarios o mensajes, preguntandote si te unes a un chat u opinando sobre cualquier tema. No es de extrañar que muchos adolescentes sufran de lo que parece ser una "parálisis de decisión". Las opciones son simplemente demasiado enormes para cualquier cerebro humano.
Para muchas personas (no sólo los adolescentes), parece que la única manera en que podemos valorarnos a nosotros mismos es a través de una pantalla, un hábito que es igual de malo para nuestra salud como el exceso de bebida o las drogas. E igual de adictiva.
Del original en The Independent.